Displasia de cadera canina

Displasia de cadera canina

La palabra displasia proviene de las palabras griegas dis,
que significa «desordenado» o «anormal», y plassein que significa «formar».

Introducción a las caderas displásicas

La expresión displasia de cadera se puede interpretar como el desarrollo anormal o defectuoso de la cadera. El desarrollo anormal de la cadera provoca un desgaste excesivo del cartílago articular durante la carga de peso, lo que eventualmente conduce al desarrollo de artritis, a menudo llamada enfermedad articular degenerativa (DJD) u osteoartritis (OA). Los términos DJD, artritis y osteoartritis se usan indistintamente.

La displasia canina de cadera (CHD) fue descrita por primera vez en 1935 por el Dr. Gerry B. Schnelle. El Dr. Schnelle inicialmente lo llamó «subluxación congénita bilateral de la articulación coxofemoral». Originalmente se pensó que era una condición rara, pero ahora se reconoce como la enfermedad ortopédica más común en los perros. Esta imagen radiográfica es el primer ejemplo conocido de CHD que se publica en una revista científica.

En 1966, Henricson, Norberg y Olsson refinaron la definición de CHD describiéndola como: «Un grado variable de laxitud de la articulación de la cadera que permite la subluxación durante los primeros años de vida, dando lugar a grados variables de acetábulo poco profundo y aplanamiento de la cabeza femoral, finalmente inevitablemente que lleva a la osteoartritis».

Hoy en día, el consenso veterinario general es que la displasia de cadera es una enfermedad hereditaria que se manifiesta como laxitud de la articulación de la cadera que conduce al desarrollo de OA. Por lo tanto, el conocimiento de la laxitud de la articulación de la cadera es clave para predecir el desarrollo final de la OA de CHD.

La displasia de cadera canina afecta a millones de perros cada año y puede resultar en una enfermedad ortopédica debilitante de la cadera. Muchos perros sufrirán de osteoartritis, dolor y cojera, lo que les costará a los propietarios y criadores millones de dólares en atención veterinaria, menor longevidad laboral y menor rendimiento. La aparición de CHD está bien documentada en perros de razas grandes y gigantes, pero también hay evidencia de que la CHD es frecuente en muchas razas pequeñas y de juguete, así como en gatos.

La displasia de cadera es una enfermedad de herencia compleja, lo que significa que está causada por muchos genes y su expresión puede verse afectada por múltiples factores no genéticos. Los veterinarios y los criadores de perros han intentado eliminar la CHD mediante estrategias de reproducción selectiva basadas en la puntuación de la radiografía estándar de extensión de cadera; sin embargo, la reducción de la frecuencia de la CHD en perros de raza pura ha sido decepcionante.

Datos rápidos sobre la displasia de cadera canina

  • La displasia de cadera canina (CHD) es la enfermedad ortopédica hereditaria más común en los perros.
  • CHD es una afección degenerativa del desarrollo que provoca osteoartritis de cadera dolorosa, rigidez y disminución de la calidad de vida.
  • Todas las razas de perros se ven afectadas por la enfermedad: en algunas razas, más del 50 % de los perros están afectados.
  • La enfermedad es poligénica y multifactorial, lo que significa que la expresión de CHD es producto tanto de genes como de factores ambientales, como el peso corporal y la edad.
  • No existe una cura médica o quirúrgica para la cardiopatía coronaria.
  • CHD es una preocupación importante para las agencias de perros de trabajo, los dueños de mascotas, los criadores de perros y los veterinarios.

Desarrollo de la displasia de cadera canina

La displasia de cadera canina (CHD) es una enfermedad del desarrollo.

Una enfermedad del desarrollo no está presente al nacer, pero se desarrolla con la maduración y la edad. La serie de radiografías a continuación ilustra cómo una cadera floja desarrolla gradualmente osteoartritis (OA).

Signos clínicos de displasia de cadera

La displasia de cadera canina (CHD) en su forma más grave se puede diagnosticar por signos clínicos, pero generalmente requiere evidencia radiográfica de laxitud de la articulación de la cadera y/o la aparición de osteoartritis (OA) para llegar a un diagnóstico definitivo.

Hay una forma aguda y otra grave de CHD. Un perro afectado puede tener uno o cualquier combinación de los siguientes signos clínicos:

Forma grave (aguda)

  • Presentación entre los cinco y los 12 meses de edad,
  • Dolor evidente, cojera y déficits funcionales (baja tolerancia al ejercicio, renuencia a subir escaleras),
  • Otros signos: «clic» audible al caminar, aumento del ancho intertrocantérico («puntos de las caderas» más anchos de lo normal), atrofia muscular del muslo.

Forma leve (crónica)

  • Signos clínicos que van de ninguno a leve,
  • Incomodidad leve y rigidez en años geriátricos,
  • Posible dolor y crepitación en el rango de movimiento.

Los signos clínicos por sí mismos no significan necesariamente que un perro tenga displasia de cadera; otras afecciones de la cadera o la rodilla pueden simular una CHD. Una radiografía es esencial para una evaluación más precisa de la integridad de la articulación de la cadera de un perro.

Definición de laxitud de cadera

La laxitud de la articulación de la cadera es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de la artrosis.

En otras palabras, la cantidad de laxitud o flojedad en una articulación de la cadera está relacionada con la posibilidad de que una cadera desarrolle OA: cuanto más floja esté la cadera, mayor será el riesgo. Por esta razón, es importante comprender la diferencia entre laxitud de cadera pasiva y funcional.

  • La laxitud pasiva de la cadera se califica o mide subjetivamente en una radiografía de cadera de un perro bajo sedación intensa o anestesia. El método PennHIP mide la laxitud pasiva.
  • La laxitud funcional de cadera es la forma patológica de laxitud que ocurre durante el soporte normal de peso en perros con caderas displásicas. Los métodos actuales de detección de cadera no pueden evaluar la laxitud funcional de la cadera.
  • La investigación de PennHIP ha demostrado que la laxitud pasiva de la cadera es un sustituto clínicamente útil de la laxitud funcional de la cadera.

Para ver cómo PennHIP mide la laxitud pasiva de la cadera, vaya a la Índice de distracción – Medición de la laxitud sección.

Efectos de la laxitud funcional en la mecánica articular

En condiciones normales, la suma de las fuerzas sobre la articulación se distribuyen sobre una gran superficie de cartílago. Cuando hay laxitud (o subluxación) en la articulación, la fuerza aplicada por los músculos circundantes en realidad aumenta para compensar la laxitud (ver la figura del medio). La suma de las fuerzas ejercidas sobre la cadera displásica es mayor que la suma de las fuerzas ejercidas sobre la cadera normal. Además, las fuerzas sobre la cadera displásica se aplican sobre un área de superficie más pequeña, como se muestra en el punto de contacto de la figura. Las altas tensiones de contacto articular producen lesiones y, en última instancia, dan como resultado la pérdida del delicado cartílago articular. Con el tiempo, la laxitud funcional de la cadera provoca erosión de la cabeza femoral y aplanamiento del acetábulo.

Osteoartritis

OA causa dolor y discapacidad. La OA afecta a todos los componentes de la articulación sinovial.

Osteoartritis (OA): el panorama general

  • No hay cura para la OA. Existen opciones de tratamiento paliativo para la OA.
    • Los tratamientos no quirúrgicos incluyen el uso de AINE y nutracéuticos, la modificación de la nutrición, el ejercicio moderado y la fisioterapia.
    • La cirugía puede ser la única opción para la enfermedad en etapa terminal (p. ej., FHO, THR).
  • La prevención es clave en la lucha contra la displasia de cadera canina (CHD) y la OA:
    • La predicción precisa de la OA requiere un método de detección confiable implementado temprano en la vida.
    • El control genético y la reproducción selectiva basada en un fenotipo validado pueden reducir la gravedad de la cardiopatía coronaria y el desarrollo de OA en las generaciones posteriores de animales.
  • Los factores ambientales como la dieta, el nivel de actividad y los productos farmacéuticos pueden influir en la aparición de la OA.
  • La cirugía preventiva también es una opción (p. ej., TPO, JPS). Sin embargo, la seguridad y la eficacia de los procedimientos quirúrgicos preventivos no se han estudiado adecuadamente.
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